viernes, 21 de septiembre de 2012

Capítulo 3.

Pero yo también te preguntaré. Sigues pareciéndome interesante. Esperaré el "día" para volverte a ver.
Me quedaba mirando un rato el móvil leyendo el mensaje de vez en cuando. Y me salia una sonrisa tonta. No sé por qué, pero me hizo ilusión. Se podría decir que... ¿un amigo nuevo? Guau, eso era nuevo en mi vida desde que pasó lo que pasó. Y tenía ganas de quedar con él, preguntarle yo igual que él hizo conmigo, me sentí realmente como un experimento. Sigues pareciéndome interesante. Y ahora yo me quedé con la duda de saber cómo era él. Bueno, otro día que pase como hoy, que será muchas veces, le llamaré. Al rato de eso escuché la puerta abierta, yo estaba en mi cuarto con la puerta cerrada escuchando música y haciendo algún que otro ejercicio. Al poco tiempo de escuchar la puerta cerrarse, escuché abrirse la de mi cuarto.
- Cariño. - dijo mi madre. ¿Cariño? ¿Desde cuando me llama así?
- ¿Te pasa algo? - contesté yo. Su cara se puso un poco confusa.
- ¿Por qué lo dices hija?
- Me has dicho cariño. Ya nunca me dices eso.
- Es que tengo una buena noticia que darte.
- ¿Cuál?
- Nos vamos de viaje este fin de semana. - dijo con una sonrisa en la cara.
- ¿De viaje? - dije yo.
- Sí, los tres, juntos. Así que mañana por la noche tienes que hacer la maleta, y llévate toda la ropa que tengas.
- ¿Por qué? ¿Cuánto tiempo nos vamos?
- Eso es sorpresa, tú llévate toda la ropa y ya está.
- Ah... Bueno, vale. ¿Y a dónde vamos?
- Sorpresa también.
Dicho eso salió de mi cuarto. Vaya, realmente era algo raro, pero bueno, tal vez decidan darme una segunda oportunidad.

Esa tarde y el día siguiente pasaron rápido, tuve que quedarme en el castigo que me tocaba, pero no hubo ningún "lío" más. Cuando me di cuenta, ya estaba metiendo toda mi ropa en la maleta, como dijo mi madre.
- ¿Has preparado ya todo? - escuché a mi madre decir mientras pasaba por el pasillo.
- Sí, mamá.
- ¿Segura? ¡Que mañana nos tenemos que ir muy temprano!
- Que sí, mamá.
- Vale.
Al poco rato de eso cené, y me fui a la cama, revisando todo una y otra vez estando segura de que no me dejaba nada importante. Veo encima de la mesita de la noche una foto, la foto, en concreto, y la guardo rápido en la maleta. Casi se me iba a olvidar, no sé cuánto tiempo estaré fuera. En realidad, me da igual, el instituto no me preocupa.

A la mañana siguiente saco la maleta pero no veo la de mis padres.
- ¿Y vuestra maleta?
- La ha metido papá ya en el coche. ¿Estás lista?
- Sí, voy a llevar la maleta al coche.
- No, no hace falta, papá la guarda, que pesará mucho.
- Mm... Vale.
Me como una tostada y me bebo un vaso de batido de chocolate y vamos al coche. Cuando llevamos un rato de camino, hablo.
- Bueno, ¿vais a decirme ya dónde vamos?
- No, hasta que no lleguemos no lo sabrás. - dijo mi padre. Iba a protestar, pero no me dejó. - ¡Y no preguntes más! Que no te lo vamos a decir.
- Está bien...
Al rato largo, paran, miro por la ventanilla pero no veo lo que se dice un lugar de "vacaciones". Es en mitad de la carretera, y a la derecha un edificio que ni sé lo que es ni me importa. Pensé que sería una parada de descanso y me quedo sentada. Pero ellos sí bajan. Dan golpecitos en la ventanilla.
- ¿Es que no vas a salir o qué? - preguntó mi madre.
Salgo del coche y veo a mi padre sacando mi maleta. La única maleta que hay en ese coche.
- ¿Qué es esto? ¿Dónde estamos?
- Te presento lo que será tu nuevo instituto y tu nueva casa. "Centro de Educación y Corrección Lady." - irónico el nombre. Fue lo primero y último que pensé. La mente se me quedó bloqueada. Luego estallé.
- Es una broma, ¿no? - pero no hubo respuesta. - ¡Me habéis engañado para traerme aquí! Y yo pensaba que me ibais a dar una segunda oportunidad... Qué estúpida soy.
Se hace un silencio. Hago ademán de ir al coche.
- Ni se te ocurra montarte, te quedas aquí. - y ellos comienzan a andar hacia el coche.
- ¡No podéis hacer esto! ¡No me lo merezco! - se me empezó a formar un nudo en la garganta. Cerraron las puertas del coche y arrancaron. Me habían abandonado allí, como un perro al que no quieren. Estaba claro que de las dos ella era la favorita, pero tampoco pensé nunca, jamás... ¡Nunca pensé que llegarían a este punto! Me han dejado sola, y yo no pienso entrar ahí. Ahí hay gente muy, muy, pero que muy.... No, no. Bueno, al menos ya veo lo que le importo realmente a mis padres. De repente comencé a llorar. No sabía que hacer, no sabía a dónde ir, no sabía dónde estaba... Me senté en el suelo, llorando. No pasaba ningún coche, nadie, ni un alma, ninguna persona para preguntarle dónde estaba. Me habían hecho una encerrona y me habían dejado sola... Saco el móvil para ver la hora, y entonces se me ocurre. Busco el número y lo marco. Es mi última esperanza, o eso, o nada. Espero que lo coja, por favor, por favor.
- Venga vamos... Cógelo por favor... - dije para mí misma entre los sollozos.
- ¿Sí? - dicen a la otra línea. No sabía qué decir, qué contar, cómo hablar. Se me cortó la voz, el nudo en la garganta no me permitía hablar. Noté con lo poco que se oía como se alejaba del teléfono para ver quién era. - ¿Miranda? - sollocé. Mierda. - ¿Qué te pasa? ¿Por qué lloras? ¿Qué ha pasado? - en cuanto me escuchó empezó a preocuparse mucho, bastante. Respiro hondo, y me preparo para hablar.
- Ben... Necesito que me ayudes, por favor.

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